UNA NOCHE GRANDILOCUENTE…

Me desperté desde hacía varias horas y no lograba conciliar el sueño, me llamaban al celular, esperaba que fuese algo enfático, no quería escuchar alguna amiga enfadada o peor aun una convocatoria de pago atrasado, era una voz masculina, preguntaba si había comido y querría cenar…

Las buenas conversaciones con el tiempo se vuelven una cosa exclusiva y en extinción, pues los muchos quehaceres de la vida cotidiana hacen de ellas un privilegio, así que me levante con ganas y me puse mucha ropa, más por el frio de mi alma que por el de la calle.

Pedí un té, una sola cosa a la vez, los lentes de él reflejaban mi pena, cuando vi el reloj eran las once, una noche de ganas largas y tiempo corto, de esas que son tan buenas que hasta parece que las saborearas, me sentía extraña, creo crónicamente y bajo prescripción personal que las buenas cosas no son reales.

Empezamos por conversar de las rutinas diarias, del trabajo, la explotación, el mal gobierno, de la drogas, de las oportunidades y del amor, palabra que automáticamente se extiende en el tiempo y paraliza el espacio.

Le comento que no es real lo que vivo, que a veces me tomo la pastilla de la “felicidad” y me genero un mundo ideal, que ya no sé si es el efecto de la píldora el que se pasa rápido o se prolonga por tiempos indefinidos haciéndome creer que soy feliz, le comento que el problema de eso es que a veces siento que despierto, y entonces nunca sé si los momentos como estos en los que siento el vacio son irreales o es simplemente son un efecto.

Se ríe, cree que me complico demasiado, no me lo dice pero lo veo en sus ojos, me explica que lo que se siente es real, me dice que eso que sintió se puede volver a sentir, la operación siempre es la misma, 1+1=2, aunque el uno este gastado, la suma siempre es 2.  Está seguro de lo que dice, yo siento que me entiende, y a veces parece que siente lo mismo.

Me despierto en la mañana y estoy segura que fue un sueño, nadie llamo, ni me levante,  ni  salí de la cama, tengo algunas palabras que me retumban de la conversación, me siento tranquila de la tertulia imaginaria de mi mente, aunque el problemas es… que todavía siento el sabor a té.

5 comentarios en “UNA NOCHE GRANDILOCUENTE…

  1. …..Muy interesante tu relato…..veo una adolescencia literaria
    muy semejante a Juan Rulfo o algo tambien semejante a Garcia Marquez…..
    A medidas que lees pareces que estas en la noche y es de mañana y en otras
    veces es lo contrario y si llegas a madurar tu estilo pudieras pisar las grandes librerias ciberneticas del universo…Felicitaciones.

    1. Padre, me encanta que te guste… El buen gusto por las «buenas cosas» es una herencia genética que llevo con orgullo. Y debo confesar que me fascina Juan Rulfo, te acuerdas que lo leíamos con la Gaby desde pequeñas?…
      Te quiero mucho!

  2. Ojalá hubiera pastillas de la felicidad… Qué genial sería!!! Aunque… no sé… tal vez… no tendríamos posibilidades de adquirirlas, habría tal demanda que la producción China no abastecería y por eso mismo su precio sería inalcanzable para gente común como nosotros. Habría protestas en las calles porque la gente creería que es un asunto político el que no se puedan adquirir, que el neoliberalismo las pone caras y el socialismo las restringe a una al mes por persona. Jajaja… creo que sería lo mismo… los ricos no disfrutarían la felicidad plena porque antes morirían de sobredosis, los pobres no podremos alcanzarlas porque no tenemos para comprar el frasco de 30 píldoras. Jajaja… Me conformo con lo que dice Freud que en el caso de la felicidad se puede acoplar: » He sido un hombre afortunado, nada me ha sido fácil»…

  3. Jajaja! Singular tema para una historia… Y aunque estaría de lado de los socialistas, no querría que todos accedan a la «felicidad», pues mi utopia es justamente la que me hace caminar….
    Deberías escribir!!!!

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